El fin de semana pasado estuve en Guadalajara, concretamente en Balconete, el pueblo de donde procede la familia de mi madre y donde he pasado muchas vacaciones de verano y de Semana Santa. Tengo muy buenos recuerdos de los días pasados en Balconete. Es muy tranquilo y esconde rincones preciosos que me gusta visitar. Os voy a mostrar un lugar que ahora prácticamente está en desuso pero que hace muchos años era frecuentado todos los días por las mujeres del pueblo, el lavadero.
Como no había agua corriente en las casas, se bajaba aquí la ropa y los cacharros para ser lavados. Imaginaros el trabajo tan duro que esto suponía. Lo hacían tanto en verano como en invierno. Regresando al presente, os puedo decir que es un lugar precioso, lleno de vegetación donde solo se oye el canto de los pájaros y el agua correr. El camino de bajada al lavadero es como de cuento.
El sistema es muy sencillo, una fuente llena de agua el pilón donde se lavaba la ropa a través de un canal. En el momento concreto en que hice las fotos la fuente no manaba agua, me imagino que porque se recoge cierta cantidad para el consumo del pueblo, pasando antes por la depuradora.
Sobre las piedras del pilón se frotaba la ropa enjabonada. Me imagino que no lo podréis apreciar pero están tan usadas que parecen pulidas como una estatua de mármol.
No sé de quién habrá sido la idea pero en el pilón hay tres peces color naranja, como los de las peceras. Están muy grandes y nadan los tres juntitos sin separarse ni un momento.
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